Hoy hace 10 años, este dispositivo lo cambió todo
Y vaya si lo cambió. Ese producto abrió un nuevo camino en la forma de comunicarnos las personas, en conceptos de productos cotidianos, y en las maneras que interactuamos con la tecnología.
Era un aparato que aunaba «un iPod, un revolucionario teléfono, y un avanzado navegador de internet». Steve Jobs repitió esta frase tres veces hasta rubricarla. «Este dispositivo, se llama iPhone.»
Durante las horas y días siguientes a esa keynote de hoy hace diez años, hubo medios que apuntaron que los Reyes Magos habían traído uno de los mejores regalos de la humanidad, pero casi todos apuntaba que Apple había reinventado el teléfono. Hasta ese momento todo el mundo relacionaba la telefonía y los PDA’s, con botones, ruedas y similares elementos mecánicos. Los más modernos usaban stylus, y si, algunos se hicieron hueco en el mercado durante algún tiempo.
Sin embargo, la base del éxito y el principio de la revolución que 10 años después todavía no se ha detenido, radica en que el dispositivo de señalización que usa el iPhone lo llevamos los seres humanos de serie. Sabemos emplearlo desde muy corta edad hasta el fin de nuestros días, y es más exacto que ninguna otra herramienta similar. Se llama dedo. Con esta premisa, una superficie táctil de gran tamaño -de hecho, de tamaño completo de todo el dispositivo- hace las veces de teclado, de pantalla, de base de interactuación, y de principio y fin de la forma y el fondo de como los usuarios nos comunicamos con el aparato.
Y aunque inicialmente hubo quien «mató» el aparato antes de que saliera al mercado, todos sabemos que pasó después. Casi ningún teléfono móvil tiene un teclado de botones, ningún smartphone carece de pantalla táctil, las tablets heredan la esencia de sus «hermanos pequeños», y aunque todo avanza a una velocidad de vértigo parece que este viaje no ha hecho nada más que empezar…
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