Algunas consideraciones a tener en cuenta sobre los riesgos para alumnos y profesores de la educación Online actual
La necesidad de confinarnos en nuestras casas y tratar en la medida de lo posible de minimizar salir al exterior, descubrió para muchos la versatilidad del teletrabajo. En muchos países, como España, el tema presencial en el trabajo ha sido tradicionalmente importante, pero creo que estas semanas han contribuido a cambiar ese concepto y quizás de ahora en adelante se valore lo productivo que se puede ser desde casa, en lugar de estar siempre en la oficina.
Y todo esto se puede aplicar también al ámbito educativo. Tampoco se podía ir a clase, así que éstas se trasladaron también a nuestros hogares y la Red se llenó casi de un día para otro de millones de alumnos y también de profesores, que utilizaban las plataformas digitales disponibles para tratar de reproducir una clase normal a través de videoconferencias, en muchos casos sin ser conscientes de los posibles riesgos para la privacidad y seguridad que podía suponer.
Las nuevas tecnologías permiten rapidez y facilidad a la hora no sólo de crear estas aulas virtuales, si no también de poder descargar y compartir apuntes y materiales, mandar los deberes o resolver dudas, pero también pone en circulación una ingente cantidad de datos personales que no todo el mundo es consciente de la seguridad de los mismos.
Porque si no se supo prever que el sistema se acabaría saturando debido a su elevada demanda (más de 8 millones de estudiantes) y aún a día de hoy no es que vaya fluido en todos los aspectos, mucho menos se ha hecho a nivel de plataformas, recayendo en la mayoría de los casos en las suites gratuitas de Microsoft o Google. Al fin y al cabo son dos compañías enormes y especializadas y eso siempre da confianza, ¿verdad?
Pues no. Al igual que sucede con las RRSS de los adultos, los datos de los menores en la nube que almacenan se manejan también por esas mismas compañías. Sí, es verdad que aseguran que ese tráfico de información se hace en todo caso de manera anónima, pero también es verdad que Google sabe con absoluta certeza el comportamiento de cada alumno que ha utilizado su plataforma educativa durante estas semanas. O sea, sabe si ha asistido a clase con regularidad, si lo ha hecho de manera puntual, si ha sido colaborativo…
Y esos mismos datos pueden formar parte del currículum que una empresa pueda tener de ellos cuando más adelante quieran conseguir un trabajo. Es decir, que quizás el problema no sea en sí que nuestros datos a este nivel puedan estar disponibles, si no qué se puede hacer con ellos, cómo se interpretan y qué consecuencias pueden acarrear.
Lo ideal sería que nuestro sistema educativo desarrollase un sistema propio que tratase con la confidencialidad adecuada los datos de la comunidad y no dejase en manos de compañías privadas toda la información. Pero algo así resulta caro y requiere compromiso por parte de unos Gobiernos que si cambian los planes cada legislatura, imaginemos lo complicado que sería crear un proyecto así. Aunque quizás esta crisis del Coronavirus que tanto parece que cambiará nuestro comportamiento sirva también para concienciar sobre la importancia de profesores y alumnos y que la Educación, al igual que la Sanidad, es un bien a cuidar.
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