La amenaza a las libertades del mal uso de nuestros datos personales
La utilización de nuestros datos personales en la Red se ha convertido en una de las prácticas y negocios más rentables de los últimos tiempos. La publicidad digital se nutre de estos datos y eso significa que busca y, sobre todo que consigue, conocer todo lo que se puede encontrar en Internet sobre nosotros, incluyendo las cosas que hacemos en la web.
Esto en sí mismo no es necesariamente malo. De hecho es algo que está hasta bien, porque es más que posible que encontremos propuestas que encajen con nuestros gustos y faciliten que podamos comprar aquello que buscamos y necesitamos, pero el problemas viene en la forma en la que los anunciantes utilizan nuestros datos, porque que puedan tener todo un fichero detallado sobre nuestras actividades y todos nuestros datos en un solo lugar puede acabar resultando algo bastante peligroso.
Esa especie de lista completa sobre nuestro perfil y nuestras actividades, procedente de diferentes fuentes que recopilan y comercian con nuestros datos puede acabar dejando de ser un elemento útil para convertirse en una amenaza real a nuestras libertades y nuestros derechos y eso, por mucho que haya quien diga que no pasa nada «porque no tiene nada que ocultar» puede ir creciendo y tener consecuencias imprevisibles y que seguramente no nos gustaría ver.
Y no es algo que piense solo yo. El propio Tim Cook manifestaba precisamente en su última comparecencia en Parlamento Europeo, defendiendo el Reglamento General de Protección de Datos que los usuarios deberíamos exigir más para que esas compañías expliquen mejor qué es lo que están haciendo con toda la información que tienen sobre nosotros. Conocer qué va hacer una app con nuestros datos antes de descargarla.
Según el CEO de Apple, si no tomamos un papel activo en el tema, acabaremos viviendo aun un modelo de sociedad en la que no nos va a gustar vivir. Si no se reacciona rápido, el problema irá creciendo y si ya ahora empezamos a no sentirnos muy cómodos con el tema, esa incomodidad irá creciendo y quizás luego no posamos hacer nada para revertir la situación.
Y tiene toda la razón. Nuestra privacidad es un tesoro que quizás aún no sepamos valorar como debemos y no concedemos la importancia que tiene al cifrado de datos, a la protección de los mismos ante terceros, incluso aunque sea el Gobierno. Nadie quiere vivir en Gran Hermano, ¿verdad?
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