Desmantelada una red de contrabando de iPhones a Hong Kong

Desmantelada una red de contrabando de iPhones a Hong Kong

Escrito por: Carlos Villar    27 diciembre 2015    2 minutos

Todo el mundo quiere un iPhone. Seamos honestos, pocos se resistirían a hacerse con el smartphone de Apple si se lo pudieran permitir, así que si existe una posibilidad de conseguir uno, seguro que hay quien la explotará en su propio beneficio.

Este es el caso al que se enfrenta un ciudadano de la localidad de Tigard, en Oregon, acusado de comprar cientos de iPhones utilizando tarjetas de regalo de Apple y de pertenecer a una red delictiva que planeaba enviar los teléfonos a Hong Kong para venderlos de manera fraudulenta en el mercado negro.

La policía había sospechado del hombre por comprar una cantidad anormalmente elevada de iPhones utilizando tarjetas de regalo de Apple y, cuando se le registró el coche en busca de pruebas, encontraron más de 470 iPhones debidamente envueltos en paquetes de la Apple Store y un cupo de tarjetas de regalo sin usar todavía cuyo valor superaba el medio millón de dólares.

Al parecer, junto con un cómplice, este individuo utilizaba tarjetas de crédito robadas para comprar las tarjetas de regalo que luego se utilizaban en la tienda física de Apple de la propia Tigard, así como en la Apple Store de la cercana Tualatin, para comprar los iPhones que pretendían enviar a Hong Kong a través de la oficina de FedEx, donde ya estaban preparados centenares de cajas.

Con una media de 700 dólares por unidad, nos hacemos una idea de lo lucrativo que les podría salir el negocio a estos delincuentes, aprovechándose seguramente de un precio más bajo final que el ofertado por el fabricante y su a veces escasa disponibilidad en algunos mercados del mundo.

Hong Kong es precisamente un buen ejemplo de paraíso para estas prácticas, ya que muchos se aprovechan de los bajos impuestos del país para revender iPhones a China, donde se venden mucho más caros y donde no es la primera vez que se descubre un intento de contrabando, ni seguramente será la última.

Vía | The Portland Tribune

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