¿Es realmente necesario expulsar un USB antes de desconectarlo de nuestro Mac?
Seguro que todos vosotros utilizáis algún tipo de dispositivo de almacenamiento externo, ¿verdad? No importa cuanto hayan crecido los discos duros de nuestros Mac o lo rápidas que se hayan vuelto las unidades SSD, un elemento extra siempre viene bien, ya sea para almacenar gran cantidad de datos sin sobrecargar al equipo en sí, como para transportar esa misma información de manera rápida de un ordenador a otro sin recurir a la nube.
Siendo así, estaréis acostumbrados a expulsar esa unidad externa antes de retirarla y seguramente también en más de una ocasión hayais recurrido, bien por prisa, bien por error, a extraerla desconectando simplemente el cable USB del Mac. ¿Es realmente necesario expulsarlo antes de desconectarlo? ¿Pasa algo si me limito a desenchufarlo sin más? Pues sí que pasa.
Los más veteranos casi hacemos lo primero de manera automática. Llevamos años así, desde la aparición de los primeros pendrives, pero a veces nos puede la prisa o simplemente no nos damos cuenta y retiramos el dispositivo USB sin más. ¿Es una buena idea? ¿Es una mala idea? ¿Es irrelevante en la práctica?
Pues resulta que hay una respuesta correcta y la pista la conocen mejor los usuarios de Windows que los de Mac. Cuando arrastramos el icono de la unidad externa a la papelera (la manera más habitual de expulsarla), la única información que nos proporciona el sistema es precisamente la de que vamos a expulsar el dispositivo en cuestión. Así, sin más, en cambio en Windows se añade lo de desconectar de manera segura el dispositivo USB. Y ahí reside precisamente la cuestión de por qué debemos dar ese último paso: la seguridad.
Cuando conectamos un elemento externo a un puerto USB de nuestro equipo, ese elemento pasa a ser en la práctica una parte más del ordenador, igual que el disco duro interno o cualquier otro, y está vinculado tanto a nivel de intercambio de datos, como a nivel de consumo energético, algo que conviene no interrumpir bruscamente.
Resulta quizás más evidente en el caso de los discos duros mecánicos. Si desenchufamos la unidad sin más, corremos el riesgo de interrumpir un proceso de lectura o escritura y dañarla físicamente, pero el mismo caso se aplica también a un simple pendrive. Puede que no ocurra nada, es cierto, pero corremos el riesgo de que los archivos copiados hayan quedado corruptos, que la unidad en sí haya quedado igualmente corrupta y que se vuelva un mal «crónico» que la haga fallar más adelante o incluso la termine inutilizando por completo.
Así que nuestro consejo es que en todos los casos en que utilicemos una unidad USB externa, la expulsemos adecuadamente siempre antes de desconectarla. No lleva más que unos segundos y nos puede evitar algún disgusto.
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